La religión ocupaba un papel de primer orden en la cultura taina. Dividían sus dioses en fuertes y débiles, considerando a los caciques como los únicos que estaban formalmente autorizados a comunicarse con ellos.
Lo hacían a través de un rito designado con el nombre de Rito de la Cohoba, precedida por la inhalación de una droga alucinógena que hacía perder la razón a quien la tomaba y lo ponía, por ende, en capacidad de comunicarse con los dioses.
Estas manifestaciones religiosas dieron lugar a que se fuera formalizando un grupo de personajes cuya especialidad era la de servir de dirigentes en ritos religiosos y en la curación de enfermos. Estos personajes eran llamados behiques y gozaban de muchos privilegios otorgados por los caciques.
Los behiques poseían capacidad para comunicarse con el mundo de los espíritus llamados cemies, aunque en ese aspecto los caciques tenían mayor importancia religiosa que estos arcaicos sacerdotes.
Las ceremonias religiosas de los taínos estaban divididas en dos etapas: el rito de la cohoba y la celebración de los areitos. Los areitos eran fiestas en las que se bailaban cantos legendarios en honor del poderío de los cemies.
Su dios principal era el dios de la yuca al que llamaban Yucahu Magua Maurocoti.